Ana María Matute
El menú de este restaurante de comida japonesa siempre se está reinventando con las ideas que salen de la cocina
Lo que Luis Graterol aplica como filosofía de trabajo en el restaurante Kabuki La Campiña se nota en el local. “Para nosotros como empresa es importante el ambiente laboral, que todos nuestros empleados, desde la cocina hasta la sala, se sientan seguros y satisfechos. Sabemos que eso se refleja en el servicio y en la calidad que ofrecemos luego a los comensales”.
Así gerencia Graterol este restaurante, que nació como parte de una franquicia pero que ahora se enorgullece de ofrecer platos originales. “Nuestra presentación es distinta, nos adaptamos al mercado. Nos gusta ofrecer ingredientes de calidad pero buscamos el mejor precio porque conocemos a nuestros comensales y queremos que tengan opciones. Nuestra meta es ofrecer buenos sabores”, explica.
El menú, entonces, se enriquece con la creatividad de los cocineros. “Hacemos degustaciones con los sucheros, que nos proponen combinaciones ingeniosas. Luego viene la parte de gerencia de restaurante y cálculo de costos y allí vemos si es una buena opción para introducir en el menú”.
Por esta razón la oferta a veces se sale de lo convencional. Los guía el objetivo de ofrecer combinaciones de sabores únicos y a los comensales les ha gustado. Graterol menciona por ejemplo el Iriguchi de atún, que figura en las entradas, y que tiene una base de arroz de sushi con queso crema y cilantro y una pasta de atún especial de la casa.
Hay para todos los gustos, pues abarcan platos conocidos como los ceviches, pero también ofrecen cestas de plátano rellenas de trozos de atún y aguacate, que se llaman Chaki Kabuki. Venden la tradicional ensalada de Wakame pero también la Kiru, con pescado blanco, atún y cangrejo, lechuga, aguacate y aderezo de salsa unagui spicy.
El menú sigue con los conocidos sashimis y roles y también ofrecen platos calientes y opciones con tres platos por un solo precio.
Con la pandemia, se adaptaron a la modalidad delivery pero Graterol asegura que sus clientes habituales seguían pidiendo ir al restaurante, por lo que acondicionaron el segundo piso, incrementaron la distancia entre las mesas y siguieron todos los protocolos de bioseguridad.
El 18 de enero abrirán sus puertas. El menú tendrá nuevas opciones porque siempre trabajan para actualizarse. “Estamos revisando los platos, buscando nuevos ingredientes para variar, pero siempre con la idea de mantener los precios. Nuestro objetivo es ofrecer variedad de sabores con calidad y que nuestros clientes puedan venir a disfrutar de nuestro servicio”.