La pandemia ha afectado las exportaciones de productos vinícolas de la región, pero el consumidor ha vuelto la mirada a los vinos de producción local
El trago amargo que ha significado la pandemia para la economía latinoamericana lo pasan hoy los productores de vino de la región, que vieron en su mayoría disminuidas las exportaciones por el cierre de las fronteras, gracias al incremento de las ventas internas a consumidores que en medio de la cuarentena redescubrieron el placer de los sabores locales.
Aunque la Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV) pronosticó en octubre pasado que el consumo global caerá entre 15% y 20% en 2020, las estadísticas regionales demuestran que el confinamiento hizo que los latinoamericanos optaran por beber un poco más, informa EFE.
Un claro ejemplo es Argentina, el más importante productor de vinos de América del Sur, que entre enero y septiembre vendió en el mercado doméstico 707 millones de litros, con un alza interanual de 8,3%, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
Para el presidente del INV, Martín Hinojosa, estos datos son más que alentadores, al considerar que 75% del producto argentino se comercializa internamente.
«La pandemia ha ayudado a consumir más vino, impulsado sobre todo por nuevos momentos como es almorzar en el hogar, comprar en espacios de cercanía e introducir a nuevos consumidores como los jóvenes», señaló.
La industria chilena se recupera
Chile, considerado el segundo país productor de vinos de Suramérica y el cuarto exportador mundial, ha visto mermada su actividad vitivinícola durante la pandemia, con una caída de la producción entre enero y agosto de 13,4% con respecto al año anterior, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura.
La disminución afectó también las exportaciones por el cierre de sus dos principales mercados: Estados Unidos y China.
Pero el mercado mejoró entre agosto y octubre con la reapertura económica tras el confinamiento, que permitió una recuperación del total del volumen exportado e igualó al del mismo período de 2019.
«Son muy buenas noticias dado que preveíamos una caída de 30%. Esperamos una tendencia positiva de aquí a fin de año y un mayor crecimiento para el que viene», explicó Angélica Valenzuela, directora comercial de Vinos de Chile.
Pandemia, una oportunidad para crecer
Esperanzado en que lleguen mejores tiempos también está el enólogo chileno Juan José Ledesma, gerente general de Viñas Inéditas y considerado un «rock star» de la investigación y el desarrollo de la vitivinicultura en la región del Biobio.
A su viña, que exporta 97% de la producción a Estados Unidos, Brasil y Reino Unido, le pospusieron para 2021 las órdenes de compra de este año cuando empezó la crisis sanitaria.
Entonces, relató en entrevista con Efe, «básicamente nos vimos sin demanda para 2020».
Por fortuna y como una forma de sobrellevar la difícil situación «apareció el mercado interno y pudimos tener un acercamiento con los consumidores chilenos a través de Internet, lo que modificó completamente nuestra propuesta comercial», comentó.
Antes de la pandemia, el comercio del vino al interior de Chile era, en sus palabras, «tan competitivo y agresivo» que impedía que viñas pequeñas como la de él tuvieran un espacio significativo en el mercado.
Ahora, «la expectativa es que el mercado de venta directa online se consolide en los próximos años y no volver a soltar al consumidor nacional que se ha vuelto bastante fiel y cercano y eso es bueno para la cultura del vino y la gastronomía», analizó.
Por ese mismo camino va Uruguay que, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en 2020 cosechó 93.492.254 millones de kilos de uva, 10,75% más que en 2019.
En cuanto a consumo, se estima que hasta octubre de este año fue de 50.493.811 litros, lo que representa 13% más que en el mismo lapso de 2019.
En el caso uruguayo, uno de los principales desafíos que trajo la pandemia ocurrió en la época de vendimia, en marzo.
Por ello, se hizo urgente tomar las medidas necesarias para terminar esta actividad, considerada clave para la vitivinicultura, un renglón de la economía que emplea directa e indirectamente a 30.000 personas.
Asimismo, según un documento del Consejo Mexicano Vitivinícola remitido a Efe, la industria en esa nación sufrió pérdidas de 60% en el primer semestre del año.
Sobre el particular, la directora general del Consejo, Paz Austin, explicó que, aunque entiende que «la prioridad de las autoridades ha sido responder a la emergencia sanitaria», confía «en tener la oportunidad de trabajar en conjunto con los distintos niveles del Gobierno para concretar mecanismos que impulsen tanto la producción y distribución de vino como el enoturismo».
Más alentador es el panorama en Colombia, en donde la categoría ha crecido en los últimos años por medio de eventos como Expovinos.
En la nación cafetera, la consultora Nielsen informó que la categoría tuvo una variación en ventas de 16,8% en lo corrido de 2020 frente al mismo periodo de 2019, y para los meses de abril, junio y julio, durante lo peor de la pandemia en el país, se reportaron crecimientos de 20,3% en el mercado general.
«Este incremento se explica por nuevos patrones de consumo al pasar de ser una bebida para socializar en reuniones a ser un acompañante de comidas durante la cuarentena», sostuvo Carlos Mario Giraldo, presidente del Grupo Éxito, organizador de Expovinos, que en su edición de 2020 reunió virtualmente a expertos de nueve países y contó con 400.000 compradores en 200 tiendas.
En Brasil las penas se pasan con vino
La incertidumbre que generó el coronavirus hizo que el consumo repuntara en Brasil 26% entre enero y septiembre frente a 2019, lo que supone una subida histórica, de acuerdo con la Asociación Brasileña de Sommeliers de Río Grande do Sul, el mayor estado productor del gigante suramericano.
El sector emplea a cerca de 200.000 personas y solo en ese estado, fronterizo con Uruguay y Argentina y que responde por casi 90% del total de la producción brasileña y 92,4% de las exportaciones, más de 16.000 familias dependen exclusivamente de esta actividad para garantizar su sustento.
Por esta razón, el Gobierno lanzó líneas de crédito con intereses menores y plazos mayores, pero «no hubo incentivos específicos» sino que «cada uno tuvo que encontrar una manera de remodelar su negocio» para pasar la amargura que trajo la pandemia a esta tradicional industria y seguir adelante, puntualizó el presidente de la Asociación, Orestes de Andrade Junior.