La gastronomía venezolana siempre estará en deuda con el hombre que se dedicó a recopilar las recetas de la cocina de su familia. Su interés se transformó en un libro que le ha dado la vuelta al mundo
Don Armando Scannone seguramente apagará el sábado 22 de agosto las velas dispuestas sobre una hermosa torta de coco para celebrar su 98 cumpleaños. No faltará el quesillo que tanto le gusta, como lo ha declarado en varias ocasiones. Se ha confesado un eterno goloso y un enamorado de la dulcería criolla, la misma que toma un importante número de páginas en su famoso libro Mi cocina. A la manera de Caracas.
Nació en Caracas en 1922, de padre italianos y el penúltimo de 8 hijos. Ha contado que su vínculo con la cocina lo formó desde niño, cuando acompañaba a su mamá en la preparación de las comidas de la familia.
Don Armando se graduó de ingeniero civil en la Universidad Central de Venezuela. Ejerció su profesión y hasta llegó a ser presidente del Colegio de Ingenieros. Participó en la construcción de obras tan importantes como la Autopista Regional del Centro y el embalse de Guárico. Pero es su libro rojo el que lo hace reconocible para todos los venezolanos.
Scannone pasó horas sentado con su madre escribiendo las recetas de su cocina con la intención de poder replicarlas y de que todos sus hermanos las tuvieran. Esa primera copia se hizo en multígrafo y se repartió entre sus familiares. Luego, la idea sola tomó vuelo y la primera tirada fue de 5.000 ejemplares de tapa roja que se vendió rápidamente.
Los platos preferidos
En una entrevista publicada por elestimulo.com, don Armando escoge de todo el recetario tres platos: la crema de caraotas, el pollo pebre y el quesillo. Considera que estas recetas reproducen el alma de la cocina caraqueña. Y sí, para él las caraotas llevan azúcar.
Pero también reconoce el valor de la hallaca y del mondongo. Son preparaciones que requieren un sofrito bastante complejo que le da su identidad, de acuerdo con la página web latiendavenezolana.com.
Sobre las tendencias de la cocina moderna, dijo a El Estímulo: “En los últimos tiempos, el emplatado se ha desfigurado, porque no sé si los cocineros se inspiran en la pintura o se consideran artistas y deciden: ‘Vamos a poner una o dos rayas de la salsa’ pero para mí la salsa es importante. Yo no le tengo asco a las salsas. Para mí, en la cocina venezolana, la salsa está integrada en el plato”.
La cocina de colores
Después de la publicación en 1982 del libro rojo, le siguieron el azul, con recetas propias más de carácter internacional. Después vino el amarillo, que está organizado por menús con recetas de los libros anteriores. El verde es de cocina ligera y el naranja de comida pensada para llevar en una vianda.
Su gusto por la cocina y reconocimiento de la gastronomía venezolana lo llevaron a ser parte de la fundación de la Academia Venezolana de Gastronomía, que anualmente entrega un premio con su nombre y que en 2004 lo reconoció con el premio Gran Tenedor de Oro.
En 2011 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Metropolitana, con motivo de honrar su trayectoria y dedicación en el rescate, promoción y divulgación de la cultura venezolana para hacer de la gastronomía un arte.